¡Hello, hello! ¡I just came to say
¿Cómo están todos en este maravilloso día de julio? Como saben agosto está a la vuelta de la esquina y eso significa que otro cuatrimestre está próximo a concluir. ¡El tiempo pasa demasiado rápido! Las horas vuelan, los días se acortan, parece que nada cambia y al mismo tiempo hay personas que les han volteado la vida de cabeza en menos de un segundo. ¿No les parece increíble cómo para ti todo puede estar tranquilo, normal, todo bien y para la persona sentada al lado tuyo las cosas pueden ser peores que el infierno? A mi si.
Esta vez les voy a contar algo que me sucedió ayer, algo que seguramente todos han tenido que enfrentar, algo que, al final de todo, me pareció demasiado gracioso para no contárselos. El sábado pasado hice el examen de admisión de la UTP (Universidad Tecnológica de Panamá) ese que se llama Prueba de Aptitudes Académicas (PAA). Primero que todo ¿quién diría que yo iba a terminar aplicando en la única universidad de Panamá que no tiene más que carreras, bueno... tecnológicas? I mean, yo que casi no paso Física, Química, Cálculo, Geometría, Álgebra... ya nada tiene sentido.
Les contaré la historia de cómo llegué a hacer ese examen. Estaba en mi clase teórica de conducción para sacar mi licencia, era una de las últimas clases del curso. Esta vez era sobre la contaminación ambiental que producen los automóviles (que por cierto es demasiado, empiecen a caminar pues) y para ese entonces yo solo tenía dos carreras en mi mente (Psicología o Nutrición, las cuales también tienen bastante de ciencia, pero qué les puedo decir, me entrenaron para ser masoquista. Digo, tampoco soy taaaaaan mala, tengo mis momentos científicos iluminati). El profesor nos explicó varias cosas sobre el ambiente, la contaminación, lo que en verdad estaba sucediendo y formas de pararlo y me di cuenta que a mi siempre me ha gustado todo eso del ambientalismo y ¡BUM! me acordé de "Ingeniería Ambiental" en la UTP (aunque estaba clara que no tenía nada que ver con salvar árboles y Greenpeace) y ahí fui a parar justo después de la clase. Lo extraño es que terminé en Mercadeo (¿quién diría que esa universidad tenía mercadeo?) y bueno, el resto es historia. Tres semanas de estudio constante después(si, "constante", para agregar drama a la situación) hice el examen. Un sábado. A las 7:30 am. (Not a morning person)
¿Por dónde empezar a contar todo el día de ayer? Desperté a las 5 am de la nada porque todos conocemos los nervios que nos dan cuando vamos a hacer un examen. Esa pelota que se te hace en el estómago que no te deja comer nada y si comes es 1/4 de pan y un poquito de agua y luego sientes que vas a vomitar. Esas ganas que te dan de ir al baño en el peor momento. Las manos sudorosas que no pueden agarrar nada y mucho menos la bendita pluma y entonces piensas ¿Cómo rayos voy a hacer el examen si no puedo escribir? Entras en pánico y comienzas a escuchar el golpeteo de las demás plumas, lápices, dedos, manos, zapatos de tus compañeros. Luego recuerdas que el papel frente a ti no se va a llenar solo y comienzas a leer las palabras que se vuelven un inmenso borrón, te mareas levemente, algún idiota empieza a hacer girar el salón, todo se va oscureciendo y de pronto, cuando abres los ojos otra vez, todo es claro como el agua, tuviste una revelación y sabes como resolver. Dejas de sudar, te controlas, tomas la pluma, lees claramente, te preparas para responder la primera pregunta: no te sabes la respuesta de la primera. Miras hacia los lados, ves a tus compañeros escribiendo y escribiendo, esperas que alguien te mire y vea tu cara de "ayúdame por favor". Miras hacia arriba después de que nadie acá abajo te quiere ayudar, buscas alguna señal divina (no miras hacia abajo, tampoco es tan necesario venderle tu alma al diablo). Pasas a la segunda pregunta, tampoco te la sabes; la tercera menos y en la última pregunta te das cuenta de que no hay nada de lo que estudiaste. Te ahoga una ola enorme de rabia porque esta vez que sí estudiaste para un examen, esta vez no vino nada de lo que sabias y quieres voltear la mesa y salir por esa maldita puerta. Te preguntas si te bajarían puntos por poner "Jesús es la respuesta" en todo. Te tomas tu tiempo para mirar muy mal a la profesora y hacerle saber que la odias y finalmente te acomodas, bajas la cabeza y te duermes (después de todo eso ya no te importa ni un carajo el examen). Cuando suena la campana despiertas con un río de baba, el lápiz pegado a tu cachete, la garganta reseca y miras a tus compañeros entregar el papel y salir del salón. Tu examen está en blanco, levantas la cabeza como si te estuviera dando un ataque, coges la pluma, llenas todos los espacios vacíos con "4" y "Jesús" y para el toque final (de todas maneras vas a fracasar) dibujas un perrito (o un dragón, por qué no). Le entregas el examen a la profesora y sales orgulloso porque has dado tu mejor esfuerzo (dibujar no es tu fuerte).
(Cualquier parecido con la realidad claro que no es coincidencia. Esta escena fue inspirada en casi todos mis exámenes de Química y Física de sexto año. Entenderán que no era muy buena en eso. Solo me gusta recordar los buenos momentos... ¡oh, la escuela!)
En fin, el sábado fue el examen y sorpresivamente no estaba tan nerviosa. Los nervios estuvieron tres días antes cuando estudiaba la parte de las matemáticas y me di cuenta que no tenía idea de lo que estaba haciendo (y entonces mi amiga sufría con las llamadas a la una de la mañana de mi entrando en pánico. ¡Gracias amiga por ayudarme con todo eso!) Cuando llegué al lugar todos me miraban raro porque mi cabello es rojo (proud orange since one week ago) y bueno, habían dos opciones, nunca habían visto a una pelirroja en su vida o tenían la misma impresión que con las rubias, o sea, somos tontas. Entré al edificio, me senté en la última silla de la última fila en la esquina más perdida y darks de todas, nadie me iba a molestar ahí y entonces, entró un muchacho y de TOOOOODAS las sillas el escogió la que estaba al lado mio. Resultó ser de esos que no controlan sus nervios y comenzó a repasar como si estuviera buscando la cura para el cáncer, luego se puso sus audífonos y la música se escuchaba en todo el salón. No le bastaba con escuchar música también tenía que llevarse las manos a la boca y murmurar cosas que traté de entender pero que estoy bastante segura que le estaba vendiendo su alma al diablo. Y luego comenzó a zapatear. Y yo no podía creer que de todos las personas en ese salón, me hubiera tocado el más nervioso.
Llegó el profesor con los exámenes y se quedó ahí, mirándonos y sonriendo, como si estuviera viendo ponys y arcoiris. Luego se acordó de su propósito en ese salón un sábado a las 7:30 am cuando toda la universidad estaba de vacaciones y decidió comenzar. Primero nos cambió de lugar y perdí mi maravilloso asiento donde nadie me molestaba y no hacia ni mucho frío ni mucho calor, pero al menos al nervioso lo sentaron bien lejos y pensé "no está mal este asiento" hasta que en la mitad del examen el que estaba atrás mio comenzó a leer en voz alta, las sillas estaban tan pegadas entre ellas que parecía que me estuviera susurrando al oído. Seguí haciendo mi examen, supuse que ya no podían haber más distracciones y entonces me acordé que no había desayunado más que avena. ¿Cómo me acordé? Fácil. Mi estómago empezó a rugir. Entonces supe que esto era karma por quejarme del chico nervioso.
"RRRRRRRWAAAAAAARRRR" gritaba mi estómago mientras llenaba "a", "c", "e", "¿qué rayos me están preguntando aquí?", "esta pregunta debe estar mal" y luego miraba las paredes del salón buscando un reloj que me dijera cuanto más tiempo tendría que sufrir ahí. Tenía tanta hambre que no solo mi estómago se quejaba y se comía por dentro sino que también mi cerebro empezó detenerse y las palabras se confundían, estaba segura que el salón giraba muy lentamente y me pregunté qué haría el "profesor feliz" si me desmayaba en ese preciso momento, por suerte ese día me había puesto pantalones (solo tenía que preocuparme por no golpearme muy duro la cabeza)
En algún momento me aburrí de hacer el examen. Literalmente estaba aburrida, ya no quería hacer eso (soy de esas personas que no pueden quedarse mucho tiempo sentadas o haciendo una sola cosa, también de las que los salones de clases las desesperan) y luego recordé que ese era mi futuro, así es que me senté y esperé.
Y luego, veinte minutos antes de que se acabara, me dieron ganas de ir al baño...
Podrán imaginar como me fue en ese examen: Genius level. (oh yeah)
La verdad es que uno siempre dice que le fue mal y mágicamente saca 100 (¡JAJA! No, eso no existe). Mi teoría es que si todos fuéramos como ese compañero annoying (acéptalo, una parte de ti lo odiaba) que nunca estudiaba y era el primer puesto de toda la escuela, este seria un mundo mejor. Ahora, hablando en serio, la moraleja de esta historia es: relájate, respira, take it easy y trata de no convertirte en mi (ja, ja... chistesón).
Chau chau,
Diana
"Cada problema es una oportunidad disfrazada"
-Wayne Dyer
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