Me gusta tomar fotos de las cosas que me encantan y que no quiero olvidar. Panamá es una de ellas. No sé por qué pero siempre he tenido un amor escondido por mi país. Digo escondido porque no es que vaya por la calle cantando el Himno Nacional (aunque a veces lo hago) o me sepa todas las fechas de Fiestas Patrias en noviembre. No estoy clara de muchos hechos históricos ni los nombres de las personas que hicieron la historia y no voy a mentir diciendo que si me preguntaran en este momento la fecha de la separación de Panamá de Colombia no me quedaría buen rato adivinando. ¡Soy mala en historia! ¡Qué se va a hacer! No aprendí bien las fechas en primaria, kill me now!
Pero mi amor sigue siendo incontrolable. No soy de las que aman vestirse con pollera y bailar El Punto. Cuando estaba pequeña odiaba el típico, los tembleques, los vestidos, los bailes. ¡Todo! ( Y aún así me obligaban a estar en el club típico de la escuela). Ahora, aunque nadie lo sepa porque no me preguntan o no sale el tema para la conversación, todas esas cosas me parecen obras de arte. No puedo evitar pensar en los tiempos en las que eran las únicas ropas, los únicos adornos, la única música que se tocaba en este país (quiero decir que no existía la mezcla de géneros extraños como en estos tiempos, la globalización aún ni había nacido). Cómo habrán sido las mujeres que cosían los vestidos (y la bandera), cómo habrán sido los bailes ("¡los joggorios!") en esos tiempos, cómo era la gente en sí. A mi me gusta imaginarme a todos extremadamente felices y sin complicaciones. Un país simpático con gente simpática.
Tal vez por eso me encanta Panamá. Tal vez solo me encanta la idea de Panamá. A mi me sigue pareciendo un país simpático solo que ahora es una mezcla interminable de nacionalidades que nos convierten en una ciudad bastante avanzada en algunos lugares y muy atrasada en otros. Realmente no puedo explicar claramente por qué me emociona tanto pensar en Panamá. Solo sé que cada vez que me imagino los orígenes de la nación y todo el proceso y la trayectoria para llegar al punto donde estamos hoy en día, los sucesos buenos y malos que ocurrieron, la gente valiente que murió o sacrificó demasiadas cosas para que ahora Panamá esté subiendo esta colina de "popularidad" entre los demás países de América y el mundo, siempre me siento muy importante. Me siento parte de algo MUY grande y algo que seguirá creciendo. Me imagino el futuro y pienso en todas las cosas que aún se pueden lograr. Claro, en estos momentos Panamá es pequeño, le faltan oportunidades, le faltan "accesorios" (transporte público, calles, pasos elevados, SEÑALIZACIÓN, educación, etc.) y detalles, le falta organización y apoyo de su misma gente para convertirse en algo parecido a un país de primer mundo, pero aún así somos un gran país y debemos estar orgullosos por lo que hemos logrado. (Y lo que lograremos)
Yo creo que Panamá empezará el proceso de evolución hacia un país de primer mundo cuando hasta el último ser humano en la última esquina más oscura del país deje de quejarse, deje de ver novelas, deje de soñar con un "mundo mejor" y comience a creer que lo podemos lograr y se pare a hacerlo realidad. Mientras no creamos en nosotros mismos, en nuestra historia, en nuestros antepasados, en nuestras capacidades y tengamos esas ganas de enseñarle al mundo que Panamá no está aquí sentado esperando que un meteorito caiga y empiece el apocalipsis si no que tiene ganas de patearle el trasero a todas las grandes potencias en todos los aspectos (económico, político, turístico, educativo, SOCIAL, industrial...) en ese momento, como dice el buen panameño, ¡es que empieza la vaina!
Entonces, yo creo, sí creo que podemos lograrlo y por eso cada vez que pienso en mi Panamá quiero cantar el Himno Nacional lo más fuerte posible (no me importa dónde ni cuándo), ponerme la pollera, gritar OJUE (no sé si se escribe así), comer hojaldre, arroz con pollo, CHANCOCHO, subir el Cerro Ancón, decirle gringo a los norteamericanos, leer y escuchar una y otra vez la historia sobre la separación, la independencia, la construcción del canal y los miles de tratados, atravesar el canal en una lancha (nunca lo he hecho pero si saben de alguien que me pueda llevar ¡avísenme!) y demostrarle a todos que aunque no me sepa las fechas, nombres o geografía, sé que este es mi hogar, es el hogar de muchas personas, es familia y amigos, son memorias, esta es mi patria y uno siempre estará orgulloso de su patria.
Con cariño,
Diana
"Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya".
"Nadie es patria, todos lo somos".
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